Imagen del Santuario de San José de la Montaña de Barcelona
Carmina, desde Valladolid, ha enviado esta hermosa carta que ha escrito a San José, y que se ha publicado en una revista dedicada al padre de Jesús en la tierra.
Valladolid 21 Noviembre de 2007
Querido S. José, Don Tranquilo:
Quiero compartir contigo un descubrimiento que me ha inducido a acercarme a tu maestría José con la finalidad de aprender de ti a vivir y servir felizmente con la tranquilidad con que alumbraste tu vida y la de todo el que quiera mirarte. Bien sé que tú me conoces mucho mejor que yo, pero quizá esta cartita llegue a alguien que le pueda animar a escucharte y pedir tu favor. Tal descubrimiento no ha sido de golpe, sino que ha tenido en mí un proceso nada corto.
Para que puedas entender y hacerte partícipe de lo que siento te comunico que llevo varios años practicando Taichi Zen en principio y, poco a poco ésta misma práctica me condujo suavemente a lo que hoy día mueve mi vida: Tai chi Zen Cristiano. Sin ahondar, pues ya llegará el momento, si así tú lo quieres, te resumo en breves frases que Taichi Zen se apoya en el Taoísmo como cultivo de la persona, con todas sus cualidades como ser humano, a través del movimiento íntegro, atento a la respiración y cuanto el instante del aquí y ahora depara a cada criatura, en otras palabras se trata de tomar conciencia con la paciencia, aprovechando la experiencia y la ciencia para de aquí llegar a la creencia por convencimiento no por temor ni por costumbre o tradición.
Fue así como mi mente confusa y difusa se ha ido aclarando y dándose cuenta de a dónde y a quién /-es mirar para llegar a ser persona de verdad. En este trayecto he sido acompañada por buenos camaradas que me han mostrado su manera de transitar firme, segura, equilibrada y en armonía con los demás. A los que doy gracias al Cielo por cruzarlos en mi camino.
Un pasito más fue la lectura del libro El Evangelio de S. José del P. Román Llamas y comprobar que lo leído en el libro se acercaba mucho a lo mis amigos taichistas cristianos comentamos en nuestras convivencias. Así, pues, hemos llegado al convencimiento de la necesidad que el mundo tiene de hacerse alumno de san José.
Paso a analizar algunos porqués:
En la Tierra no existe ninguna escuela que nos enseñe a ser mansos y humildes de corazón, en definitiva felices; ninguna clase que nos adiestre a transportar nuestra carga un poco más ligera cada día y llevar con mayor suavidad el yugo/-os. que nos oprime/en.
A mi modo de ver, tampoco la Iglesia, dentro de la cual me incluyo, favorece con acierto el cómo seguir la invitación del Señor, sí habla mucho, pero le falta pisar tierra y moverse de su silla más o menos cómoda.
Actúa (actuamos) en demasiadas ocasiones como gallo, extiende a voz en grito, con mucho papeleo y parloteo, los cuatro evangelios por todos los lugares, pero no está tranquila como José, ni tiene Paz como la Virgen María, ni sus hijos son obedientes como Jesús. Hay que transmitir con ternura, dulzura, hermosura como una madre gallina a sus polluelos.
María es como una gallina, al igual que este animal cuida a sus hijos con ternura, les protege, siente amor maternal por su hijo. María es la paz en la tierra que precede a la Gloria en el Cielo: Paz en la Tierra y Gloria a Dios en el Cielo a los hombres de buena voluntad.
Ante esta situación y gracias a la Providencia por conducirme tan saludablemente, se me ha descubierto que la única escuela en la Tierra que de verdad nos puede enseñar a vivir y caminar de verdad es La Sagrada Familia: Escuela de Mansedumbre - Humildad – Tranquilidad y Obediencia, cada uno de sus miembros es un modelo de maestría.
José, junto con su esposa María, enseñó personalmente a su hijo Jesús el movimiento sacramental de la vida. Gracias a la educación de los dos padres: María, la Paz real, y José, la tranquilidad real, instruyeron a su hijo con dulzura, ternura, hermosura y fue a sí como nació el hijo obediente de verdad.
Jesús clavado en la cruz nos dio a su Madre María a través de Juan para que fuese desde ese momento también nuestra madre, así nos convirtió en hijos de tan dulce Madre. Con esta donación, María se hace responsable de todos nosotros; gracias a Jesús estamos bajo su responsabilidad para llevarnos hasta Él.
Una apreciación personal es que María en la Tierra, no podría vivir con tanta preocupación como le causamos. Por esta razón su Hijo la llevó al Cielo y desde allí, ante la Presencia, le pide incesantemente por cada uno de sus hijos de la Tierra, que no se le pierda ni uno.
Como bien nos escuchas, querido José, los taichistas- taoístas cristianos cantamos desde hace unos años el ‘sí, mamá’ para darle un poco de alegría en medio de tanta tribulación como la que le producimos. Jesús como nosotros, estoy segura que también canta el ‘sí, mamá’ y, como hijo perfecto nada le niega a su Madre. De igual modo Jesús intercede por nosotros ante el Padre que le encomendó cuidar de todas las ovejas de su rebaño. Estoy segura que quien dice ‘sí, mamá y cumple como hijo ya está salvado.
Si alguien quiere aprender ha de matricularse en esta Escuela y comportarse como auténtico alumno, empezando por serlo del más cercano a nosotros, S. José, vivó una vida callada, observando todos y cada uno de los designios que Dios le fue dando desde el principio hasta llegar a la Meta.
En dicha escuela aprenderemos que san José es cultura (Jesús Nazareno también); María es religión y Jesús en medio de los dos es obediencia y salvación.
Con S. José se une Taoísmo – Cristianismo. Taoísta entendido como cultivo natural de uno mismo dentro de la vida profesional - confesional, fue carpintero como cualquiera de nosotros desempeñó una tarea social y personal y familiarmente hablando, como padre y protector de Jesús y María cumplió a la perfección este destino en la Tierra. Cristiano porque cumplió todos los mandatos del Cielo.
Para aprender de S. José necesitamos indagar todo lo referente a su camino, de dicho camino muy poquitas personas nos hablan, él tampoco, lo hizo con palabras sí con hechos. Se mantuvo callado y recorrió cinco silencios, si alguien quiere aprender de José y desea llegar realmente como él a Don Tranquilo tendrá que saber cuáles son, qué sentido contienen.
A ti lector de esta carta te comunico que no importa si eres taoísta o cristiano, lo que importa es aprovechar tu corazón. El corazón de la persona está preparado para ser instrumento de paz, de amor, de tranquilidad, felicidad... No tiene ninguna importancia de dónde eres ni cuál es tu religión o cultura. Lo que hace falta es aceptar ser un instrumento.
Me despido con alegría por darme la oportunidad de estar un ratito contigo y, tal vez, alguien que nos escuche también se acerque a matricularse en tu escuela, en el nivel que le corresponda.
Gracias y hasta siempre.
Tu párvula, Carmina.