Guillermo Lago nos ha enviado este escrito de las dos convivencias que rompe con el descanso estival
Diario
de las Convivencias de Tai-chi-zen cristiano en agosto (Barcelona y Altura)
I.-
Barcelona.
Es
viernes, hemos llegado el último fin de semana de la convivencia organizada por
la Fundación Tai-chi zen cristiano en Barcelona. Ésta tarde todo el grupo
visitamos a Peter que continúa
ingresado por enfermedad. Vamos al jardín del Centro y le traen en una
silla de ruedas, mantiene su mirada de sorpresa ante todos, tan mayor y tan
niño, nos da las gracias y mira curioso nuestras caras, busca rostros
sonrientes, algunos nos escondemos para que no vea que estamos emocionados.
Me
conmueve que un hombre que nos ha enseñado el tai chi y por tanto es un maestro
del movimiento se encuentre ahora con problemas de movilidad, en este sentido
me recuerda a Beethoven cuando se quedó sordo, o a Goya o a Borges ciegos y que
a pesar de todo siguieron componiendo música, pintando o escribiendo. En esta
línea Peter, en su inmovilidad, postrado con rectitud en la silla, nos sigue
enseñando los principios del movimiento: íntegro, flexible, redondo y lejano.
Como
siempre se muestra muy receptivo con los niños que han ido a visitarlo: Miguel,
Mario y Manuel, que le han besado y se han sentado a su lado, él dice ¿sabe lo
que esto significa? y sí, todos entendemos que es el cariñito familiar. Hay una
breve tertulia, aunque no nos atrevemos a decir nada, por eso en un momento nos
pregunta si hay preguntas, está tremendamente lúcido.
Es
sábado, por la mañana acompaño a Roger que va a visitarle, está desayunando, y
la enfermera nos dice que les tiene maravilladas. Tras afeitarse vamos a la
misa que dan ese día, me siento a su lado observándole, él está mirando la
imagen que hay tras el altar que representa a Jesus crucificado y a una serie
de personas rodeándole, cada uno con su punto de vista, dice, eso es tai chi, y
me hace sentir que el tai chi lo engloba todo. Una vez ha dado comienzo la
misa, Peter le dice al cura: "luz" señalando a las velas, éste se da
cuenta, pide lumbre y las enciende, luego le dará la comunión como sacerdote.
Al
salir de misa nos pide ir a la convivencia, tras consultar nos dicen que hay
que seguir el orden del día y que por la tarde le podremos recoger. Charlamos
en el jardín y le dejamos en el comedor, él nos vuelve a dar las gracias; nos
cuesta mucho irnos y mas aún dejarle allí.
Por
la tarde acompaño a Teresa y Carlos a recogerle al Centro, nos está esperando. Le trasladamos a la tertulia,
nosotros vamos sudando mientras Peter va abrigado y con una manta, estamos un
rato en el jardín y luego vamos a la sala de reuniones, al llegar observa la
pizarra donde hay escrito el ideograma del Tao y textos en castellano. Nos pide
que borremos todo excepto el ideograma. Cuando la pizarra está limpia pide que
le subamos y allí, de pie, se pone a escribir dos lineas, pregunta por la
diferencia entre ángel y demonio señalando cada uno de los trazos ya que, al
parecer, para un chino no hay diferencia; a continuación escribe las tres
partes del signo Tao: el sombrero o moño del sabio (con los dos trazos
anteriores) y el Uno, la nariz, y el pie en el camino. Su exposición resulta
toda una clase magistral de taoísmo en su sencillez, sobriedad y naturalidad.
A
continuación nos dice, como en broma y en serio, que le estamos engañando como
a un chino, esto nos hace pensar que ya se encuentra mejor, que nos empieza a
dar caña y a pedirnos que nos espabilemos, algo que percibe nos hace falta a
todos: "pónganse de acuerdo" -recalca-.
II.-
Altura.
Es
domingo, aunque el día anterior, mientras trasladamos a Peter a la tertulia,
dijo que no tenía energía sin embargo noto ésta
mañana que me ha llenado de ella. Después de comer, Alejo nos lleva a
Altura, a la convivencia de Flor de melocotón, donde pasaremos el resto de la
semana.
La
finca de Altura está en medio de la naturaleza, es muy sencilla, y aunque
parece un poco descuidada tiene un encanto especial. El trabajo allí está
centrado en la convivencia y desde luego se trata de algo pionero entre los
taichistas, aquí no te lo dan todo hecho, al contrario, poner la mesa, limpiar
y fregar la casa o los platos, comprar la comida, los arreglos y tareas en la
finca los hacemos nosotros lo cual es una ocasión para mejorar el entendimiento entre todos, centra
tu estar en el servicio a los demás y nos enseña a hacerlo sin esfuerzo.
Durante
estos días seguimos el orden del día y entre comida, trabajos y descanso hemos
hecho fresquito-calorcito, calentamiento, tai-chi, tertulia sobre el tao,
rosario, y charla sobre el evangelio del día. También hemos visto como perfeccionar
la convivencia y las estancias, y desde luego abrazar la multiplicidad con
unidad, bajo un cielo lleno de estrellas fugaces.
Los
chicos que han asistido, algunos de ellos adolescentes (Rebeca, Mario, Manuel,
Mateo, Marcos, Miguel, Juan, María José) han convivido como uno más y eso
también nos ha enriquecido, además de animarnos a hacer actividades en el
campo: nos hemos dejado llevar por la corriente de la Catarata de la
Novia, saltos al agua en los Pocicos, o
largos olímpicos en la piscina del pueblo. También Li-ying y Daniel nos enseñan
a ser un poco chinos. Al final Flor de melocotón acuerda unirse a la Fundación
tai chi zen cristiano, elaboramos el calendario de las convivencias del año y
los próximos pasos que vamos a dar en el proyecto.
Me
hubiera gustado mucho que Peter viera las caras que todos teníamos cuando
finalizó la convivencia, que comprobara lo que
sentí: un solo corazón un solo espíritu. Que no le estamos engañando
como a un chino.